
La negación de la problemática es una de las características de la adicción. Esta negación puede ser total (“yo no tengo ningún problema”) o parcial, al minimizar la gravedad (“no hay para tanto”). Por este motivo, a menudo la persona tarda más de lo previsto en dar el paso real y firme de pedir ayuda.
Conocer las excusas o falacias más frecuentes, ayuda a tomar conciencia de la realidad de la problemática tanto para la propia persona como para el entorno más próximo. A continuación, se exponen algunos de los discursos más frecuentes:
- “NO ES TAN GRAVE”
La persona se intenta engañar sobre la gravedad de la problemática. Al principio, a pesar de que la adicción esté instaurada, la persona suele hacer una vida aparentemente normal que dificulta ver el malestar y la dependencia que hay detrás.
- “NO HAGO DAÑO A NADIE”
Generalmente se asocia el daño a una situación crítica, extremadamente grave y con consecuencias visibles de forma evidente. En el caso de las adicciones, el daño se genera desde un buen principio, pero al ir creciendo progresivamente hace que la persona lo normalice y se adapte. Además, el sufrimiento no es solo hacia un mismo sino también hacia las personas más próximas.
- “ES NORMAL”
Otra excusa frecuente consiste en resguardarse en otros testigos próximos con un funcionamiento similar pero que no han desarrollado dependencia. Especialmente suele suceder con perfiles jóvenes y también con el consumo promovido y aceptado socialmente como el alcohol, el juego y el cannabis.
- “SÓLO DISFRUTO”
Los efectos temporales del consumo generan a la persona con adicción una sensación de falso bienestar que mantiene la dependencia. En el momento en que aparece el malestar del síndrome de abstinencia o hay que afrontar determinadas situaciones complicadas, se recurre nuevamente al consumo para evitar el sufrimiento y crear esta recurrente y falsa sensación de estar bien.
- “NO LO PUEDO CAMBIAR”
Este argumento erróneo suele aparecer en personas que llevan mucho tiempo consumiendo y que conciben el cambio de este funcionamiento como imposible. Suelen ser personas que han intentado sin éxito abandonar el consumo ya sea por cuenta propia o a través de medios poco adecuados.
- “NECESITO CONSUMIR”
Uno de los componentes centrales de la adicción es la creencia de necesitar consumir y de no contemplar otra opción posible. La dependencia física y psicológica generan esta sensación de necesidad que hace que la persona tenga que consumir para poder hacer frente a las situaciones cotidianas. Además, el consumo suele utilizarse como una forma de intentar reducir otros problemas existentes, como la tristeza, la ansiedad o la rabia. La aparente sensación de mejora temporal retroalimenta la necesidad de consumir.
- “EL TRATAMIENTO NO ES PARA MÍ”
Entorno al tratamiento para las adicciones hay una gran cantidad de mitos que generan una pronunciada reticencia. Es muy frecuente imaginar que los perfiles que se encuentran en un centro especializado en este ámbito son un prototipo que en pocas ocasiones coincide con la realidad. La adicción no diferencia en función del sexo, edad, profesión, nivel económico, cultura, educación, etc. Así que la variedad de perfiles es muy diversa.
Con el tratamiento también aparece reticencia en relación al tiempo o al dinero a invertir, sin saber exactamente cómo funciona y basándose en el desconocimiento. También puede afectar haber tenido experiencias previas negativas con otros profesionales de la salud mental que han fomentado la idea de la inutilidad del tratamiento.
- “LO TENGO CONTROLADO”
La falsa seguridad que se percibe cuando uno cree que puede controlar el consumo es un motivo más para posponer la demanda de ayuda. Es frecuente que la persona con adicción haya tenido periodos de tiempos en qué haya disminuido o parado el consumo y que justifique que el retorno fue totalmente consciente. La sensación de falso control también aparece cuando la persona sustituye el consumo habitual por otro de nuevo, de manera que cree que ya ha solucionado el problema, pero lo único que ha hecho ha sido cambiarle la forma (Ej. persona que consumía cocaína, deja de hacerlo y aumenta el consumo de alcohol).
A veces estos argumentos erróneos no solo los expresa o piensa la persona con adicción, sino que incluso el entorno más próximo puede acabar creyéndolos debido a la manipulación recibida.
La baja conciencia de patología es muy frecuente en las personas que sufren adicción y es una de las causas que atrasa el inicio de tratamiento. Por este motivo, es de gran importancia la actuación de la familia, pareja y/o amistades, puesto que tendrán un rol clave para desmontar el autoengaño que se ha instaurado y que alarga y agravia el problema.
Desde UPHILL Centro de Asesoramiento Terapéutico ayudamos a los familiares, parejas y amistades orientándolos en aquella actuación que permitirá que tanto ellos como la persona con adicción salgan del infierno que están viviendo.