
La adicción a los tranquilizantes es una enfermedad crónica caracterizada por una pronunciada dependencia a estas pastillas. La persona con esta problemática consume benzodiacepinas durante más tiempo o en mayor cantidad del que tenía previsto inicialmente. Cuando intenta dejar de consumir o controlarlo, tarde o temprano acaba volviendo debido al fuerte malestar que aparece.
El consumo de ansiolíticos recurrente provoca problemas e interferencias en su día a día: se deteriora su salud tanto física como mental y disminuye su implicación en el trabajo, la familia, las amistades, su tiempo libre, etc.
Algunos ejemplos son: diazepam (valium), alprazolam (trankimazin), clorazepato (tranxillium) y lorazepam (orfidal). También son conocidas como benzodiacepinas, sedantes, ansiolíticos o hipnóticos. España encabeza el consumo mundial de estas sustancias (Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, 2021).
Debido a que el inicio del consumo de los tranquilizantes se debe a menudo a una prescripción médica, la adicción a menudo se niega o se minimiza. Por este motivo, las personas piden ayuda profesional cuando se encuentran desbordadas en una fase avanzada. Cuanto más se tarde se realice el tratamiento, más larga y compleja será su recuperación.
Perfil
A pesar de que hay una amplia variedad de perfiles con esta patología, destacan personas que sufren una fuerte y recurrente ansiedad. Para disminuir el malestar, acuden al médico de cabecera o psiquiatra, los cuales a menudo recetan esta medicación. Aunque inicialmente se siguen las pautas acordadas, con el paso del tiempo el consumo se consolida y aumenta.
El perfil de persona que pide ayuda profesional por adicción a las benzodiacepinas puede ser muy variado pero es habitual que se trate de hombres y mujeres entre 40 y 60 años en que la adicción ya ha sido instaurada. Es frecuente que se presente alguna otra problemática comórbida como ansiedad, estrés, fobias, dolores físicos, insomnio, alcoholismo o adicción a la cocaína.
Tratamiento
El proceso terapéutico de la adicción a los ansiolíticos tiene como objetivo que la persona aprenda a gestionar esta enfermedad y logre su bienestar físico, mental, social y emocional. Para conseguirlo, hay que pasar por diferentes fases: la desintoxicación, la deshabituación, la rehabilitación y la reinserción.
Desde UPHILL Centre d’Assessorament Terapèutic ofrecemos un tratamiento personalizado que se adapta a las características individuales de la persona afectada. Es necesario conocer con detalle el caso para poder valorar cuál es la intervención terapéutica más adecuada.