Cuando hablamos de adicción, una de las principales características es la impulsividad. Este rasgo hace referencia a la tendencia a reaccionar de forma apresurada ante estímulos externos o internos sin una reflexión previa.
Debido al elevado protagonismo que la impulsividad tiene en las conductas adictivas, uno de los objetivos terapéuticos durante el proceso de recuperación de la adicción será el desarrollo del autocontrol.
Cuando una persona sufre una adicción, ya sea a una sustancia (alcohol, cocaína, cannabis…) o a una conducta (ludopatía, nuevas tecnologías, sexo…), se hace evidente la incapacidad para controlar los impulsos, es decir, la imposibilidad de frenar el deseo pronunciado de consumir.
Durante la fase inicial de tratamiento, la desintoxicación, la impulsividad todavía tiene mucha fuerza así que conviene disponer de una situación segura y protectora que facilite la parada del consumo y promueva la estabilidad requerida para los siguientes estadios terapéuticos. Será entonces cuando el equipo profesional empezará a introducir propuestas que permitan entrenar la habilidad de autocontrol, tanto para hacer frente a las ganas de consumir como también para gestionar aspectos diversos de la vida cotidiana.
Algunos de los elementos clave que se trabajan para fomentar el autocontrol son:
Tomar conciencia
Como en todo cambio, el primer paso es tomar conciencia de lo que sucede y hacer una valoración lo más objetiva posible. Así pues, habrá que pensar en la presencia de este rasgo en la cotidianidad y las consecuencias negativas que está implicando en las diferentes esferas vitales.
Desidentificarse de la impulsividad
El pensamiento de “soy impulsivo” a menudo se concibe como una sentencia de por vida. Desde este prisma, la persona que no puede controlar sus impulsos cree que tendrá que convivir permanentemente con este obstáculo. Por este motivo, será muy importante poder entender la impulsividad como parte de la patología de la adicción y no como rasgo de la propia persona.
Placer inmediato vs recompensa a largo plazo
El mecanismo de la adicción acostumbra a la persona a satisfacer de forma instantánea los deseos inmediatos que le surgen. La principal prioridad gira entorno la conducta adictiva: tengo ganas de consumir, consumo, sea por los medios que sea. Además, esta tendencia, también se extrapola a otros impulsos, de forma que se satisfacen permanentemente a pesar de las consecuencias perjudiciales que puedan comportar.
Por este motivo, será de gran importancia aprender a priorizar la recompensa a largo plazo por delante del placer inmediato. Posponer la recompensa es uno de los pilares del tratamiento: renunciar a satisfacer las ganas de consumir actuales, para disfrutar a medio y largo plazo de una calidad de vida satisfactoria.
Reacción vs reflexión
Pensar antes de actuar es lo que diferencia la impulsividad del autocontrol. Para poder lograr este cambio, será de ayuda poder secuenciar temporalmente las situaciones que se trabajen para poder visualizar un espacio entre el estímulo y la respuesta que permita la reflexión. Un elemento clave para poder valorar la mejor actuación irá de la mano de anticipar las posibles consecuencias de los diferentes escenarios planteados.
Tolerancia del malestar
Dejar atrás la impulsividad significa adquirir la capacidad de gestionar de forma sana sensaciones desagradables como la incomodidad, el malestar y la frustración. En lugar de escapar y huir, se aprenden a transitar y canalizar desde la serenidad las circunstancias difíciles.
Entrenamiento
Como todas las habilidades, desarrollar el autocontrol implica esfuerzo, constancia y paciencia. Detectar los impulsos deseados, renunciar a determinados caprichos, posponer una pulsión, desacelerar el ritmo de las acciones, dedicar tiempos a la toma de decisiones, idear respuestas funcionales, aprender a posicionarse en un segundo plan en ocasiones que requieren un rol pasivo, etc. son algunas de las propuestas que se trabajen durante el tratamiento.
En UPHILL Centre d’Assessorament Terapèutic acompañamos a las personas que tienen una adicción y a su entorno, durante todo el proceso de recuperación de la patología, para recuperar el bienestar físico, mental, emocional y social.