
Cuando alguien sufre una adicción, esta patología debilita y destruye las diferentes áreas de su vida. Cada persona y sus circunstancias hacen que las repercusiones varíen en cuanto a intensidad y ámbitos de afectación. Entre algunas de las consecuencias de consumo más frecuentes son: carencia de estabilidad emocional, repercusión en la salud física, deterioro de las relaciones más próximas, aumento de los problemas económicos y empeoramiento del rendimiento laboral.
En el momento en que la persona con adicción pide ayuda profesional, se evalúa cuál es el estado actual de cada una de las áreas de su vida: personal, familiar, pareja, social, de ocio, económica, laboral, académica y judicial.
Inicialmente, la prioridad es conseguir la abstinencia pero el principal objetivo terapéutico será el mantenimiento de esta. Para tal fin, será necesario reconstruir todo aquello que ha quedado deteriorado debido al consumo para consolidar una estructura sólida que se pueda mantener a lo largo del tiempo.
Así pues, el paciente y el equipo profesional valorarán y plantearán aquellos aspectos que resulten más relevantes para trabajar terapéuticamente. Según el orden de prioridades establecido, se iniciarán los cambios necesarios para el correcto funcionamiento de las distintas facetas vitales.
Los objetivos terapéuticos se adaptarán a las características individuales teniendo en cuenta los siguientes hitos:
- Ámbito personal: promoción de la estabilidad y el bienestar físico, mental y emocional. En la faceta física, se pone especial atención en potenciar la energía y la vitalidad de una forma sana y equilibrada, a la vez que se trabaja con la aceptación hacia el propio cuerpo y la relación con este. Favorecimiento de unos hábitos sanos en alimentación, sueño, ejercicio físico y consumo de tóxicos. Mentalmente, se enfatiza el detectar patrones de pensamiento desadaptativos para que la persona identifique y transforme la cognición que produce malestar y estancamiento. El trabajo emocional está centrado en potenciar los diferentes aspectos de la inteligencia emocional: la autoconciencia, la autoregulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales.
- Ámbito familiar: reconstrucción de las relaciones, revisión del tipo de vínculo y reajuste de este a fin de crear unas relaciones familiares sanas. Énfasis en la comunicación, la confianza, la reciprocidad y el respeto.
- Relación de pareja: valoración del estado actual y del funcionamiento en este ámbito. Replanteamiento de los patrones relacionales para evitar la toxicidad. Fortalecimiento de la comunicación, la confianza, la sexualidad y la independencia.
- Ámbito social: construcción de relaciones sociales sanas alejadas del consumo y de funcionamientos tóxicos. Refuerzo de las habilidades sociales.
- Ámbito académico: valoración de intereses y reanudación de estudios si es oportuno. Búsqueda de motivaciones propias, logro de retos frustrados por el consumo y trabajo hacia la vivencia y la gestión académica.
- Ámbito laboral: promoción de la estabilidad laboral a nivel vivencial. Trabajo con aspectos que favorecen una vivencia positiva, productiva y beneficiosa tanto para la persona como para la empresa.
- Tiempo de ocio: incorporación de hobbies y motivaciones durante el tiempo libre.
- Ámbito económico: trabajo hacia una gestión económica equilibrada donde se resuelvan deudas pendientes y se tome conciencia del valor y el manejo del dinero.
- Ámbito judicial: valoración de asuntos pendientes y aplicación de acciones para un afrontamiento sano.
El trabajo en las diferentes áreas vitales permite reconstituir los daños causados por el consumo y fortalecer los fundamentos sobre los cuales el paciente encamina su vida sin consumo.